La clave de este cambio es que la tecnología se adapta activamente al usuario, en lugar de que el usuario se adapte pasivamente al aparato. Esto se manifiesta en tres ámbitos principales laboral, personal y organizacional.
Si revisamos detalladamente la información que hoy en día hemos proporcionado a nuestras aplicaciones, observamos como todas estos objetos tecnológicos y aplicaciones que se unifican en uno solo y logran adaptarse al estilo de vida de cada persona en el mundo.
El crecimiento tecnológico en estos dispositivos ya no se trata de lanzar un producto al mercado solo para las masas, sino de crear ecosistemas que se adapten a las particularidades de cada usuario, definiendo su estilo de vida, Ejemplo: Un smartwatch que no solo registra tus pasos, sino que interpreta tus patrones de sueño, te recomienda cuándo hacer ejercicio según tu fatiga y ajusta tus recordatorios según tu agenda de trabajo. Cuando proporcionamos la información de cada usuario en el smartwatch este se convierte en un dispositivo personalizado y comenzará a trabajar en función del humano que registró la información .
La conexión de los dispositivos y el humano es crear un «estilo de vida digital» confiable, donde el hogar, el auto y la oficina del usuario están sincronizados, podríamos decir que estos aparatos nos ayudan a controlar los hábitos, el trabajo, la salud de forma individual y única para que los usuarios puedan mejorar la calidad de su vida.


